[PERLAK] Txirritaren arrastoa: Pello Errota aguretu bat eta Txirrita lirain bat (1926)
Pello Errota aguretu bat eta Txirrita lirain bat –
Ziklo berrian topatu den lehen testu esanguratsua 1926an argitaratu zen Madrilgo La Voz egunkarian. Luis Antonio De Vegak sinatzen du eta bertsolari batzuekin nola topo egin duen kontatuz ekiten dio: Son tres y famosos en todas las anteiglesias y villas (…) Dicen los versos con rima fácil y sus manos desprecian las herramientas agrarias y los utensilios marineros (La Voz, 1926/VI/16, Han bajado los versolaris, De Vega, Luis Antonio).
Hurrengo testu luzea 1926an topatua da, Madrilgo La Voz egunkarian, Luis Antonio De Vegak sinatua.
Bertan, Pello Errota aguretu bat, pelotan iaioa den Txirrita lirain bat eta Olloki deitzen duten bertsolari gaztea[1]deskribatzen zaizkigu. 1926an Pello Errota hila zen, ordea, eta Txirritak 66 urte zituen; lehenagokoa behar du testuan deskribatzen den jazoerak. De Vega 1900ean jaioa zen eta kazetari ibilbidea 1917an hasi zuen Bilboko El Nervión egunkarian. Urte horretan hernaniarrak 57 urte zituen eta adin horrekin ere nekez irudika dezakegu pilota jokoan. Litekeena da, bada, De Vega umetan ikusitako zerbait kontatzen aritu izana, edo norbaitek kontatutakoetatik osatutako testua izatea.
Edozein kasutan, ez dira inondik inora ageri txapelketetako kroniketan hainbeste azpimarratzen diren kiloak eta herrenak. Eta ez da bertsolariaren deskribapen fisikoa testu honetan elementu deigarri bakarra: bertsoarekiko esleitzen zaion grina faltarekin eta aipatzen den lehiakortasunik ezarekin ere beste hainbeste gertatzen da.
Bilbotarra kazetariaren zehaztasunetik baino idazlearen sorkuntzatik gertuago dabilela suma daiteke testuan zehar, eta bere ibilbidean ere alor horretan nabarmendu zen gehien, baina beste zenbait pasartetan bai ikusten dira Txirritari buruzkoetan gero ohiko bihurtuko diren kontuak, hernaniarraren bizi filosofia deskribatzerakoan, edo bere jendetasuna azpimarratzean, esaterako.
Han bajado los versolaris, Luis Antonio De Vega, La Voz, 1926ko ekainaren 16an.
(…) Son tres y famosos en todas las anteiglesias y villas (…) Dicen los versos con rima fácil y sus manos desprecian las herramientas agrarias y los utensilios marineros (…)
Uno de los versolaris es viejo y su nombre goza de mucha notoriedad en el país. Se llama Peru Errota, y nadie como él, en los finales del pasado siglo, sabía improvisar bellos versos en la lengua dificil de los euzkeldunes de la raya de Francia.
Lanzaba las palabras como avispas, y tenia su verbo algo del zumbido de estos campesinos volátiles. Era bien amado por los indianos que se esponian los días laborables en las alamedas, y por los mozos, que son diestros y maliciosos zirrilaris; pero nunca las mujeres le quisieron bien.
Mientras los otros discuten, él se ha dormido filosóficamente, con el agudo mentón apoyado en la tabla de las mesa. Un mechón de pelos canos asoma con notoria irreverencia por el borde de su boina.
Me han dicho de él que no inventa nuevas trovas, que se limita a repetir las antiguas y a beber sidra blanda en compañia de los viejos curas carlistas, a quienes distrae con referidos de los tiempos de bandería.
No hace mohines tampoco si las caseras le obsequian con aspero chocolate y bizcochos triangulares de Villaro, de esos que en las bodas aldeanas de Arratia se reparten a los invitados sin mengua; pero aunque él se lo calle, yo sé que prefiere los chacolíes que se trasegan con largo zurrut y los corderos lechales de Alava y de Navarra.
Al otro le llaman Txirrita.
Es un mozo rubio, con dos ojos azules demasiado claros
(…) te diré que no ama su bello oficio de versolari, y que muchos de los versos que dice son oídos de bocas de versolaris vascofranceses(…)
Su lema parece ser vencer la tristeza del reposo, no soportar lo duro de la tarea agrícola, caminar, caminar sobre sus dos pies calzados con abarcas, decir primero los versos y después bailar en todas las romerías
Para el, solo los inviernos son tristes; pero cuando las nieves no cubren el Iarraitz, cogido del talle de una moza, moviendo sus piernas sobre el berilo de las hierbas en las campas romeras o bebiendo y hablando recio en todas las merindades de nuestro señorio Txirrita es integralmente feliz
Sólo cuando los octubres mueren Txirrita se retorna a la casería de su anteiglesia, y allí, los días no lluviosos, juega a la pelota como un pelotari, siguiendo la poma blanca con saltos elegantes, y si en los campos caen sin tregua las lluvias largas, bajo los tejados de las boleras tira contra los txirlos las esferas grandes.
Es amigo de todos los malos trabajadores y de todos los buenos bailarines. En todas las contiendas le vence su compañero más bien; pero a él eso no le preocupa.
¿Y el tercero? (…) es casi un adolescente, de puro perfil vasco, a quien entre los poetas rurales llaman Olloki.
Olloki es un fino versolari, del que no hay temor de que repita una de sus trovas. Le encantan, más que otro ninguno, los asuntos del mar, y sabe decir cosas bellas de los navíos y de los hombres que mueven con brazos robustos los remos. Por eso es querido en nuestra zona costera de Guipúzcoa y de Vizcaya, en Zaráuz, en Orio, en Elantxobe (…) sabe también rimarlas muy bellas sobre el campo, y su vascuence, un poco recargado de erres canta la gran labor agraria (…)
Pero cuando en la plazoleta aldeana se perfilan curiosos los rostros femeninos, entonces Olloki se olvida de que existen la montaña y el mar, eligen sus ojos a la más bella y dicta para ella sus versos amorosos y cándidos.
Las muchachas vascongadas que lo saben acuden a las contiendas de versolaris por oír a Olloki y un poco también con la esperanza de que aquel día se consagre a su belleza la glosa euzkelduna del adolescente poeta del mar.